Entre las armas más sofisticadas del SVR está su Programa de Ilegales, una red de espías infiltrados en diversos países, principalmente en Estados Unidos. Bajo identidades falsas, estos agentes son conocidos como «espías durmientes», viven vidas comunes, trabajan y regresan a sus domicilios ya que no tienen una misión fija, pero están aguardando el momento adecuado para ejecutar órdenes. En su tiempo de inactividad, recogen información, ejecutan campañas de propaganda y respaldan ataques cibernéticos. El Informe Mueller, por ejemplo, nos habla sobre un esfuerzo coordinado liderado por las agencias de inteligencia rusa que influyó en las elecciones de 2016 a favor de Donald Trump.
Pero el caso más ilustrativo fue el arresto de 10 agentes «durmientes» rusos en suelo estadounidense acusados de conspiración contra el gobierno, entre ellos Anna Chapman, quien se convirtió en un fenómeno mediático tras su captura debido a su belleza. A pesar de este desmantelamiento, el SVR logró recuperar a sus operativos a través de un intercambio de prisioneros, mostrando la persistencia y el alcance de las estrategias rusas.
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"No siempre el que empieza con ventaja es el que triunfa"
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