Los Balcanes y Europa del Este son escenarios donde Rusia ha desplegado gran parte de su maquinaria de influencia. En 1998, durante la Guerra de Kosovo, Moscú respaldó a Serbia, una postura impulsada tanto por intereses geopolíticos como por lazos históricos y culturales. Décadas después, en 2017, un intento de golpe de estado en Montenegro volvió a poner a Rusia en el centro de las acusaciones, esta vez por intentar impedir que el país se uniera a la OTAN.
En Ucrania, la intervención rusa alcanzó niveles críticos con el apoyo a los partidos separatistas en la zona del Donbás, una región clave para los intereses del Kremlin. Las operaciones del SVR en esta zona han fomentado la inestabilidad política y ampliado la brecha entre Ucrania y sus aliados occidentales, consolidando la influencia rusa en el conflicto.
En el siguiente capítulo, nos trasladamos a Alemania para analizar al BND, un servicio de inteligencia que estuvo envuelto en diversas polémicas desde su creación tras la Segunda Guerra Mundial, empezando con la influencia de la inteligencia Nacionalsocialista en su lucha por combatir a su contraparte oriental, el Stasi. Dado que Alemania estaba dividida en dos y ambos bandos tenían a las mentes más brillantes del mundo, en ese entonces, toda acción para ganarle al otro estaba justificada.
Fuente electrónica de la información:
La frase del día
"No siempre el que empieza con ventaja es el que triunfa"
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