Mientras otros adolescentes usaban Roblox para construir parques temáticos o simular batallas de fantasía, los protagonistas de nuestra historia -con 16 y 15 años- estaba inmerso en algo mucho más oscuro. Desde sus habitaciones, recreaban campos de guerra en Siria y Marawi, diseñaba entornos inspirados en videos de ejecuciones, y ondeaba la bandera negra del Estado Islámico. El protagonista de esta historia ya había jurado lealtad –bai’ah– a un líder del grupo yihadista ISIS, dentro de un servidor de Roblox, donde asumía el rol de portavoz del grupo. Grababan y editaban videos de propaganda salafista wahabista con escenas tomadas del mismo videojuego, añadiendo himnos árabes reales. Las autoridades descubrieron ello y los detuvieron bajo la Ley de Seguridad Interna.
Este no fue un caso aislado. Roblox -una plataforma que cada mes conecta a más de 200 millones de usuarios, en su mayoría menores de edad- ha sido señalada por expertos en ciberdefensa como un nuevo vector de radicalización digital. Servidores privados, entornos personalizables y la ausencia de supervisión activa han permitido la creación de espacios donde florecen ideologías extremas. Desde simulaciones de regímenes fascistas hasta zonas de combate inspiradas en grupos terroristas, la limitación en roblox está en la imaginación. En este nuevo metaverso, lo que comenzó como un espacio de creatividad infantil se ha convertido, en algunos rincones, en un laboratorio de propaganda política, adoctrinamiento religioso y manipulación ideológica que debemos comentar por su relevancia geopolítica.
Fuente electrónica de la información:
La frase del día
"Cuando alguien se está ahogando, no es el momento de enseñarle a nadar"
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