El instituto de la legítima defensa es “definido por la necesidad de conservar el orden jurídico y
de garantizar el ejercicio de los derechos (…). El fundamento de la legítima
defensa es único, porque se basa en el principio de que nadie puede ser
obligado a soportar lo injusto. Se trata de una situación conflictiva en la
cual el sujeto puede actuar legítimamente porque el derecho no tiene otra forma
de garantizarle el ejercicio de sus derechos”
La legítima defensa putativa es la defensa que se utiliza
para repeler una agresión imaginada, no real y objetivamente inexistente.
Resulta en el caso que el sujeto que se defiende lo hace en
función de creer que está actuando en legítima defensa. En esta circunstancia
se genera un error en la creencia de la situación. Para salir sin culpa de
evento debe probarse que el error en que se incurrió es esencial y no
negligente (este error debe ser invencible, esto es, el sujeto tuvo que poner
toda la diligencia y prudencia que tuvo a su alcance para poder evitar la
situación de error en ese momento.)
Se ha dicho que “hay defensa putativa cuando un sujeto
obra contra otro que cree su agresor, el que, en verdad, no le ataca ilícita,
grave o inminentemente, siendo en consecuencia, el agredido imaginario el
verdadero agresor”.
Se trata aquí de un caso de error, originado en una
equivocada estructuración de los datos sensibles, y que el error para ser tal,
ha de ser siempre inconsciente.
Al respecto, Zaffaroni se refiere al delito putativo
expresando que: “Se llama a todos los casos de error al revés, en que el
sujeto cree que existe lo delictivo objetivo y en realidad falta”. También lo llama delito imaginario o ilusorio. “(…)
Hay un delito imaginario cuando alguien supone que hay elementos del tipo
objetivo que no existen (…) como cuando alguien ignora que tiene permiso para
defenderse legítimamente”.
La verdadera legítima defensa es objetiva o real, es decir,
se ejercita para repelar una violencia grave e injusta que materialmente
existe.
Al lado de la legítima defensa ha elaborado la doctrina la
institución de la legítima defensa putativa o subjetiva, acogida por la
jurisprudencia.
La palabra putativa deriva del latín “Putate”, que
significa pensar, creer, suponer o juzgar acerca de algo.
La defensa putativa se presenta cuando por un error
sustancial de hecho, por una equivocada interpretación de una circunstancia, el
sujeto cree hallarse en la necesidad de defenderse, sin que exista realmente
ningún peligro. Se obra de buena fe, en la errónea opinión de que un mal
amenaza y que se está ejerciendo una reacción proporcionada a él y en las
condiciones de justificación.
La defensa putativa, explica Jiménez de Asúa “es la
creencia en que nos hallamos atacados y que, subjetivamente nos hace pensar que
es necesario la defensa”
Es decir que cuando alguien imagina (racionalmente) que le
amenaza un peligro grave e inminente, y reacciona con medios adecuados para
evitar el perjuicio que le seguirá de esta amenaza; pero tal peligro no existió
en la realidad, existiendo puntualmente legítima defensa putativa.
Desde luego que para que exista este tipo permisivo, es
necesario que el error del agente encuentre un justificativo racional, que
puede ser determinado por las circunstancias de hecho que configuran el caso, y
aún por las especiales circunstancias subjetivas del seudo atacado.
Analicemos ahora sumariamente un tema de suma importancia,
cual es el error en la legítima defensa.
El error en la legítima defensa putativa.
Una aproximación sobre la palabra "error" nos
indica que es el falso conocimiento que se tiene acerca de un objeto. Como
afirma Zaffaroni: “resultará que todo falso conocimiento que recaiga sobre
los elementos del tipo o bien sobre la comprensión de la antijuridicidad nos
enfrentará con el problema del error en general”.
En este contexto es importante distinguir
el error de tipo del error de prohibición; ya que el error de tipo versa sobre
los elementos constitutivos del tipo penal, mientras que el de prohibición
recae sobre la antijuridicidad de la conducta.
En el error de tipo el autor no sabe lo
que hace, en el de prohibición sabe lo que hace pero no lo considera contrario
a derecho. Un ejemplo común entre los autores es el del cazador que dispara a
un hombre creyendo que apunta su arma a un oso, como no sabe que se trata de un
hombre y, por lo tanto, no tiene la finalidad de matarlo, esto es el error de
tipo; pero en cambio si la víctima de una agresión que dispara su arma contra
la persona que considera la autora del ataque, sabe que se trata de un hombre y
quiere dirigir su conducta contra este hombre, pero considera que lo hace
legítimamente o de forma no contraria a derecho porque no se da cuenta de que
en realidad no es su agresor; esto es el error de prohibición.
Frías Caballero enseña que:”el error es una
representación falsa del objeto, un conocimiento equivocado. Es un estado
positivo” Para Ricardo Nuñez “es la
falsa noción del autor respecto de un hecho cometido”
El error es un estado cognoscitivo. Es un conocimiento
positivo distinto (equivocado) en relación a algo, o supone ausencia de
conocimiento de ese algo.
El análisis de la cuestión del error en la legítima
defensa, impone una breve remisión sobre dos teorías.
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