El discurso debe tener un mensaje claro y potente, que sea fácil de recordar y de reproducir en distintos espacios. No puede ser una simple acumulación de promesas; debe construir un relato coherente que refleje los valores del candidato, su visión de país o territorio, y la forma en que planea gobernar.
Narrativa o storytelling político: toda campaña exitosa construye una historia. El candidato debe ser percibido como un “personaje” dentro de esa narrativa, que atraviesa desafíos, representa causas y se vincula con la ciudadanía.
Lenguaje emocional: conectar con los sentimientos del electorado es esencial. Esto incluye usar palabras que generen esperanza, confianza, identidad o indignación (según el momento y el mensaje).
Simplicidad y claridad: un mensaje complejo o técnico no llega a la mayoría del electorado. El lenguaje debe ser accesible, directo y comprensible para todos los sectores.
Adaptabilidad: el discurso debe ajustarse a los distintos públicos. No es lo mismo hablar en un mitin partidario que en un debate, en redes sociales o frente a empresarios.
Cierre con llamado a la acción: todo discurso debe terminar generando una movilización, ya sea en forma de voto, apoyo activo o difusión.
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La frase del día
"La mejor respuesta a la ira es el silencio" - Marco Aurelio