Más allá de su función esencial de salvaguardar la dignidad humana, los derechos humanos tienen el potencial de convertirse en una de las armas políticas más influyentes del siglo XXI. Desde tribunales nacionales hasta cortes internacionales, este concepto atraviesa el centro de las batallas por el poder, la estabilidad y las relaciones diplomáticas. Aunque en teoría son universales e inalienables, la forma en que los tribunales los aplican revela que estos principios pueden ser moldeados para servir a intereses políticos concretos.
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La frase del día
"El último golpe del martillo rompe la piedra; pero eso no significa que los golpes anteriores fueron inútiles"