Islandia se constituyó como Estado independiente en 1944, al separarse oficialmente de Dinamarca durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque su historia moderna no está marcada por guerras internas o invasiones masivas, su ubicación estratégica en el Atlántico Norte -entre América y Europa- la ha convertido en una pieza geopolítica clave desde el siglo XX. A pesar de ser miembro fundador de la OTAN en 1949, Islandia tomó la decisión de no tener fuerzas armadas permanentes. La abolición no fue resultado de un conflicto directo, sino de una concepción estratégica: aprovechar su posición para insertarse en el sistema de defensa occidental sin desarrollar un ejército propio.
En lugar de un ejército, Islandia mantiene una fuerza de defensa costera, policía armada, equipos antiterroristas y una unidad de rescate civil altamente capacitada. La defensa del territorio islandés es responsabilidad de sus aliados de la OTAN, especialmente Estados Unidos, que mantuvo una base militar en Keflavík hasta 2006. Aunque la base cerró, Islandia sigue participando en ejercicios conjuntos, ofrece apoyo logístico y cuenta con acuerdos bilaterales de seguridad. La vigilancia aérea y marítima de su espacio soberano es compartida con otras potencias aliadas.
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La frase del día
"Hay sillas esperándote en mesas que aún no conoces"