Mecanismos de defensa (extraído íntegramente
del manual de Psicología Myers):
La
ansiedad, decía Freud, es el precio que pagamos por la civilización. Como
miembros de grupos sociales debemos controlar nuestros impulsos sexuales y
agresivos y evitar mostrarlos. Pero a veces el yo teme la pérdida del control
en su lucha interna entre las exigencias del ello y del súper-yo, y el
resultado es una nebulosa oscura de ansiedad desmedida, que nos deja el
sentimiento de intranquilidad sin saber cuál es la causa. En esos momentos,
según Freud, el yo se protege a sí mismo con mecanismos de defensa. Estas
tácticas reducen o reorientan la ansiedad de diversas maneras, pero siempre distorsionando
la realidad. Veamos seis ejemplos.
La represión elimina de la conciencia los pensamientos y los
sentimientos que despiertan la ansiedad. Según Freud, la represión subyace a
todos los otros mecanismos de defensa, cada uno de los cuáles oculta impulsos
amenazantes y los mantiene alejados de la conciencia. Para él, la represión
explica por qué no recordamos el deseo que sentíamos por nuestro progenitor del
otro sexo en la infancia. Sin embargo, también creía que la represión suele ser
incompleta, que los impulsos reprimidos afloran en los símbolos oníricos y en
los lapsus verbales.
Siguiendo
con la teoría de Freud, también luchamos contra la ansiedad mediante la
regresión, es decir, con el retorno a una etapa más temprana del desarrollo
infantil. Por tanto, es posible que cuando un niño se siente ansioso por los
primeros días de colegio haga una regresión a la etapa oral y empiece a
chuparse el pulgar. Los monos jóvenes, cuando están ansiosos, regresan al
regazo de su madre o de u sustituto. También los estudiantes universitarios de
primer año pueden extrañar la seguridad y la comodidad de su hogar.
En el
tercer mecanismo de defensa, la formación reactiva, el yo disfraza de manera
inconsciente los impulsos inaceptables y aparecen como sus opuestos. En el
camino hacia la conciencia, la frase inaceptable “lo odio” se convierte en “lo
quiero”, la timidez se vuelve osadía y los sentimientos de inferioridad se
transforman en fanfarronería.
La
proyección disimula los impulsos amenazantes atribuyéndoselos a los demás. Por
tanto, “no confía en mí” puede ser una proyección de un sentimiento real “no
confío en él” o “no confío en mí mismo”. [...]
El
mecanismo conocido de la racionalización sucede cuando generamos
inconscientemente una justificación para poder ocultarnos a nosotros mismos los
motivos reales de nuestros actos. Es así que los bebedores habituales pueden
decir que beben con sus amigos “para ser sociables”. [...]
El
desplazamiento, siguiendo a Freud, desvía los impulsos agresivos o sexuales
hacia un objeto o una persona que es psicológicamente más aceptable que el que despierta
los sentimientos. Los niños que temen expresar enojo contra los padres pueden
desplazar este sentimiento pateando a su mascota. Los estudiantes molestos por
un examen pueden descargar su malestar contra un compañero.
Todos
estos mecanismos de defensa funcionan de manera indirecta e inconsciente y
reducen la ansiedad al disimular los impulsos amenazantes. Así como el
organismo se defiende inconscientemente contra la enfermedad, así también,
creía Freud, el yo se defiende inconscientemente contra la ansiedad.
Fuente:
Diplomado en Investigación Criminal
y Ciencias Forenses. Universidad Dr. José Gregorio Hernández.
Myers,
David G.; PSICOLOGIA; Editorial Médica Panamericana.