Más
tarde en el proceso de desarrollo, a los cuatro o cinco años, el individuo
empieza a desarrollar ideales de comportamientos que nos dicen no sólo como
debemos de actuar para satisfacer los impulsos del ello (principio de realidad
del yo) sino como deberíamos de comportarnos. Así el sujeto va interiorizando y
creando una conciencia moral que va más allá de la adecuación práctica de su
conducta a la realidad. El súper-yo genera un “ideal del yo” que intenta de
imponer al propio yo efectivo.
El súper-yo
nace de las exigencias culturales que pesan sobre el sujeto desde su más tierna
infancia. La sociedad en su conjunto, pero sobre todo los padres del niño son
los que construyen dentro de él esta instancia psíquica. Sentimientos como los
de culpa o satisfacción moral son generados en el súper-yo cuando este es
satisfecho en sus exigencias.
Las
exigencias del ello (principio de placer) y del súper-yo (ideal moral de yo)
están en franco conflicto la resolución de este conflicto es tarea del yo que
debe mediar entre las exigencias biológicas encarnadas por el ello y las
exigencias sociales representadas por el súper-yo. En este cruel conflicto la
posición del yo es siempre comprometida e inestable: por un lado el ello acosa
al yo con exigencias perentorias que precisan satisfacción inmediata, por otro
lado, el súper-yo reprime esos impulsos e incluso las motivaciones ocultas tras
las “nobles” acciones del yo. La salud mental es ese equilibrio inestable entre
estas dos potencias.
Fuente:
Diplomado en Investigación Criminal
y Ciencias Forenses. Universidad Dr. José Gregorio Hernández.
Myers,
David G.; PSICOLOGIA; Editorial Médica Panamericana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Su comentario será respondido a la brevedad. ¡Gracias por comentar!