Es importante
destacar que estas características se presentan en cualquier persona y no es
necesario que hayan cometido un delito, entran en las conductas
criminales.
1. Egocentrismo: tendencia exagerada a considerarse el centro del universo.
El egocentrismo se presenta de tres maneras:
1. Egocentrismo intelectual. En el que se exageran los propios pensamientos e ideas, de
forma que no se aceptan las ideas de otras personas. Intenta imponer a los
demás.
2. Egocentrismo afectivo. Es en el que se intenta depositar la atención, el cariño y
el cuidado de los que rodean al sujeto; si no lo logra, se muestra disgustado y
celoso.
3. Egocentrismo social. En éste se busca ser el centro de atención, tener el papel
de estrella y de víctima, el que tiene la autoridad, el líder.
2. Agresividad: capacidad de vencer y eliminar los obstáculos que se
oponen a la realización de un plan. Los sujetos antisociales tienden a ser
irritables y agresivos, y pueden tener peleas físicas repetidas o cometer actos
de agresión a cualquier persona.
3. Labilidad: una persona lábil es poco estable, poco firme en su
carácter. Indica su modo que consiste en ser inestable respecto a las emociones
y a su cambio de pareja, de trabajo, de lugar, etc.
4. Indiferencia afectiva: la indiferencia afectiva es la ausencia de sentimiento,
consiste en la distorsión de expresión de las emociones. Los sujetos
antisociales, habitualmente carecen de empatía y tienden a ser insensibles e
indiferentes y pueden ser excesivamente autosuficientes.
5. Inintimibilidad: es el no temor al rechazo social y a las consecuencias del
acto criminal principalmente en lo referente a condenas o castigos.
Fuente: Diplomado en
Investigación Criminal y Ciencias Forenses. Universidad Dr. José Gregorio
Hernández.
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