En un escenario donde el mundo debía elegir entre el capitalismo, el comunismo o arriesgarse a un camino autónomo, Occidente encontró una oportunidad única al impulsar el plan Paperclip, permitiendo que científicos, militares y oficiales nazis, a cambio de ser perdonados por sus crímenes, trabajaran al servicio de las potencias occidentales. Reinhard Gehlen y su vasta red de espías fueron un recurso invaluable para Alemania Occidental, que colocó al BND en la primera línea de defensa contra el bloque comunista. No obstante, esta decisión tuvo un precio: la agencia quedó marcada por la continuidad de prácticas y personal que llevaban consigo las sombras del nazismo.
Occidente, pragmático, aprovechó el fervor anticomunista de los antiguos oficiales nazis, otorgándoles una misión clara: combatir al enemigo ideológico. Así, el BND consolidó su lealtad al bloque capitalista, mientras los ecos de su origen seguían resonando en las décadas venideras.
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La frase del día
"La victoria no está reservada para los más rápidos, sino para los más estratégicos"
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