El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la
víctima de un secuestro, violación o retención en contra de su voluntad,
desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo, con quien
la ha secuestrado. Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de
violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del
secuestrador. Según datos de la Federal
Bureau of
Investigation (FBI), alrededor del 27 % de las víctimas de 4700
secuestros y asedios recogidos en su base de datos experimentan esta reacción.1 Las víctimas que experimentan el síndrome
muestran típicamente dos tipos de reacción ante la situación: por una parte,
tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores; mientras que, por otra
parte, muestran miedo e ira contra las autoridades policiales. A la vez, los
propios secuestradores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes.
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