“Toda persona con aparente sumisión se
encuentra en su interior en permanente rebeldía”
CRÍMENES de odio
Actualmente, los crímenes de
odio —aquellos “actos criminales motivados por prejuicio basado en una
característica protegida, como raza, religión, etnicidad, origen nacional,
orientación sexual, género, identidad de género, discapacidad u otros estatus“—
son considerados en la práctica como delitos comunes o crímenes
pasionales.
La definición proviene de la
Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE)
y la Oficina para Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (ODIHR) en su documento Hate Crimen Laws: A Practical Guide.
El crimen de odio se debe diferenciar del discurso de odio, porque no son lo
mismo. Mientras el discurso pretende incitar a la violencia, el crimen
lo hace explícito.
El término surgió en 1985, en Estados
Unidos, cuando
una oleada de crímenes basados en prejuicios raciales, étnicos y nacionalistas
fueron investigados por el Federal Bureau of Investigation (FBI).
Según señala un documento del Centro
de Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), ‘Crímenes de odio como concepto
de trabajo’, este término fue posteriormente utilizado por los medios de
comunicación por su impacto en los titulares, pero al mismo tiempo abrió una
nueva línea de investigación académica.
El FBI, según
consigna el mismo documento, sostiene que un crimen de odio, “también
conocido como crimen por prejuicio, es una ofensa criminal cometida
contra una persona, propiedad o comunidad, la cual es motivada, completa o
parcialmente, por el prejuicio del infractor en contra de una raza, religión,
discapacidad, orientación sexual, etnia o origen nacional”.
La frase del día:
“Toda persona con aparente sumisión se
encuentra en su interior en permanente rebeldía”
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