Palau, un archipiélago de poco más de 500 km² en el Pacífico occidental, logró su independencia en 1994 tras décadas de administración estadounidense bajo el mandato de la ONU. Como otros países de la región, nació sin ejército, pero a diferencia de otros microestados, ha asumido un papel diplomático notablemente activo en el contexto de las tensiones entre Estados Unidos y China en el Indo-Pacífico. Su decisión de no tener fuerzas armadas se consolidó como parte del Tratado de Libre Asociación con Estados Unidos, que garantiza su defensa exterior a cambio del acceso estratégico estadounidense al territorio palauano.
Aunque no posee fuerzas armadas, Palau cuenta con una Policía Nacional que se encarga de la seguridad interna y la vigilancia marítima, y participa en ejercicios conjuntos con Estados Unidos y otros aliados como Japón y Taiwán. De hecho, Palau es uno de los pocos países del mundo que mantiene relaciones diplomáticas oficiales con Taiwán, lo que lo convierte en una ficha particularmente delicada en la geopolítica regional. Ha denunciado públicamente la creciente presión china y ha solicitado mayor presencia militar estadounidense en su territorio como forma de disuasión indirecta, a pesar de no contar con un ejército propio.
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"El lujo no sonríe"
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