Además, esta delincuencia suele afectar a la transparencia de las instituciones y producir un quebrantamiento en la confianza de las mismas. Esto implica manchar las instituciones, descender su calidad y que en un futuro no se lleven a cabo relaciones que podrían ser decisivas.
Aun así, en muchas ocasiones, el ciudadano de a pie no lo percibe. Como directamente no es una delincuencia que le afecta, los ciudadanos, quienes también son víctimas de estos comportamientos, muchas veces la pasan. Es cierto que quizás la delincuencia común se puede sentir como más peligrosa y puede ser una delincuencia de la cual todos podemos ser víctimas directas, pero la criminalidad de cuello blanco también debemos considerarla.
Incluso puede llegar el momento en el que se piense que la delincuencia de cuello blanco es una «delincuencia sin víctimas» debido a la despersonalización de sus consecuencias. La confianza de la Administración y de las empresas se ve mermada y esto supone una menor reputación y una mayor dificultad de representación.
Fuente electrónica de la información:
La frase del día
"Cada vez que se cierra una puerta, se abre una ventana"
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