Si queremos ubicar el nacimiento de esta práctica, nos debemos remontar hasta la antigüedad, donde la intercepción de comunicaciones significó la diferencia entre la victoria y la derrota. Uno de estos primeros registros históricos se dio durante las Guerras Púnicas (siglo III a.C.), cuando los romanos lograron interceptar y manipular órdenes militares cartaginesas, alterando el curso del conflicto a su favor. Con el tiempo, los avances tecnológicos hicieron que la inteligencia de señales evolucionara desde simples mensajeros capturados hasta la intercepción de telegramas.
El COMINT, como disciplina estructurada, comenzó a tomar forma durante la Primera Guerra Mundial, cuando los ejércitos empezaron a interceptar comunicaciones telegráficas y de radio para conocer los movimientos enemigos. Su importancia se amplificó en la Segunda Guerra Mundial, con la ruptura del código de la máquina Enigma por los británicos, un hito que permitió anticipar las estrategias nazis y cambiar el curso de la guerra. Posteriormente, durante la Guerra Fría, la intercepción de comunicaciones se convirtió en un eje central del espionaje global. Estados Unidos y la Unión Soviética establecieron redes de vigilancia masiva, las que incluye sistemas como ECHELON.
Fuente electrónica de la información:
La frase del día
"La presión forma diamantes"
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