Durante los años 80 y 90 a la sombra de Pablo Escobar, el cártel de Medellín sembraba las calles de cadáveres, por consiguiente, se instauró un clima de terror que era palpable. Escobar, quien sabía la debilidad humana, nutría sus filas de perfiles pobres y desesperados que imperaban en la sociedad. Ofrecía plata rápida a cambio de fidelidad, así como de no tener escrúpulos; y el dinero, como bien lo sabe Dios, lamentablemente es capaz de comprar absolutamente todo, incluso algunas conciencias.
De esa manera Pablo Emilio Escobar Gaviria logró instaurar el sicariato como forma de vida. Los jóvenes observaban en ese flagelo que era matar por encargo, una manera rápida para conseguir lo que querían, bien sea comprarse un taxi o abrir una tienda de comestibles, por ejemplo. Eran trabajos puntuales en los que nadie quería acabar con un tiro en la frente o acribillado por el ejército colombiano.
El legado de Pablo Escobar sigue latente en las venas de algunos habitantes de Medellín. La narcocultura es el motor que mueve a algunos jóvenes a querer convertirse en "El patrón". Uno de los problemas de ese ideal negativo es que migra, es decir, atraviesa las fronteras colombianas para instaurarse en otros países.
Fuente de la información e imagen: taller de "Criminología: sicariato en América Latina, el fenómeno Pablo Escobar", efectuado el 16-10-2025 por parte del Centro Educativo Geminix.
La frase del día
"Toda derrota es psicológica"
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