La propagación deliberada de información incorrecta o engañosa es una de las tácticas más efectivas de la guerra psicológica. Su objetivo es confundir al público, sembrar dudas y dividir a la sociedad, erosionando la confianza en las instituciones y en la propia realidad. Tanto gobiernos como actores no estatales han utilizado esta estrategia para influir en procesos electorales y en la toma de decisiones políticas.
Por ejemplo, durante la elección presidencial de EE.UU. en 2016, se detectaron múltiples campañas de desinformación atribuidas a la Agencia de Investigación de Internet (IRA). Se crearon miles de cuentas falsas en redes sociales que difundieron noticias falsas con el objetivo de polarizar a la sociedad estadounidense y afectar la confianza en el proceso electoral.
Fuente electrónica de la información:
La frase del día
"El verdadero rico no siempre luce como uno"
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