Venezuela es reconocida
a nivel mundial por tener grandes talentos, resaltados en diversas áreas
deportivas, académicas, musicales y sobretodo artísticas. En esta última área
fue un gran exponente del siglo XX el artista plástico Armando Julio Reverón
Travieso, quien nació en la ciudad de Caracas el 10 de mayo de 1889.
Reverón estudió en la Academia de Bellas Artes
de Caracas y tuvo la oportunidad de expandir sus conocimientos, al asistir a
diversas escuelas de arte tanto en España como en Francia. Para 1921 se radica
en el litoral central, específicamente en Macuto, donde construyó su famoso
Castillete que se convirtió en su gran taller de pintura.
Las obras Reveronianas
estuvieron enfocadas en el abstraccionismo, teniendo una percepción profunda
por los paisajes y los desnudos femeninos. Su vida artística estuvo dividida en
tres grandes periodos: Azul (iniciado en 1920 donde se enfocó hacia lo
misterioso y sensual), Blanco (lo inicia alrededor de 1924 donde el artista se
abocó a la proyección de luz en sus obras) y el Sepia (iniciado aproximadamente
en 1933, donde Reverón comienza a utilizar su propio excremento en sus obras
para lograr diversas tonalidades de sepia).
Pero no sólo este artista
se dedicó netamente a la pintura pues además, logró crear increíbles muñecas de
trapo utilizando telas, papel periódico, madera, fibras, ramas, algodón,
pinturas y otros elementos cotidianos, que lo hicieron merecedor de grandes
reconocimientos no solo a nivel nacional sino internacional.
Algunas oscuras
actitudes que lo conducían hacia un posible trastorno mental, no fueron
impedimento para destacarse en el mundo de las artes plásticas. Finalmente a
los 65 años luego de una exitosa y agitada vida artística, aquella mano que
durante décadas creó maravillosos trazos dejó de moverse un 18 de septiembre de
1954, dejando a su paso una estela de inigualable talento que le permitió a
Reverón, posicionarse como uno de los exponentes más renombrados entre el gremio
de artistas plásticos.
“No podía pintar
sino amaneceres. Pintándolos se me olvidaban siempre las gaviotas. Debe ser
porque el color de su vuelo tiene la luz en otras horas”. A.R
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