23 de abril de 2016

23-04-2016 Reverón III

Armando Reverón y su Castillete de Macuto

Venezuela es reconocida a nivel mundial por tener grandes talentos, resaltados en diversas áreas deportivas, académicas, musicales y sobretodo artísticas. En esta última área fue un gran exponente del siglo XX el artista plástico Armando Julio Reverón Travieso, quien nació en la ciudad de Caracas el 10 de mayo de 1889.

Reverón estudió en la Academia de Bellas Artes de Caracas y tuvo la oportunidad de expandir sus conocimientos, al asistir a diversas escuelas de arte tanto en España como en Francia. Para 1921 se radica en el litoral central, específicamente en Macuto, donde construyó su famoso Castillete que se convirtió en su gran taller de pintura.

Las obras Reveronianas estuvieron enfocadas en el abstraccionismo, teniendo una percepción profunda por los paisajes y los desnudos femeninos. Su vida artística estuvo dividida en tres grandes periodos: Azul (iniciado en 1920 donde se enfocó hacia lo misterioso y sensual), Blanco (lo inicia alrededor de 1924 donde el artista se abocó a la proyección de luz en sus obras) y el Sepia (iniciado aproximadamente en 1933, donde Reverón comienza a utilizar su propio excremento en sus obras para lograr diversas tonalidades de sepia).

Pero no sólo este artista se dedicó netamente a la pintura pues además, logró crear increíbles muñecas de trapo utilizando telas, papel periódico, madera, fibras, ramas, algodón, pinturas y otros elementos cotidianos, que lo hicieron merecedor de grandes reconocimientos no solo a nivel nacional sino internacional.

Algunas oscuras actitudes que lo conducían hacia un posible trastorno mental, no fueron impedimento para destacarse en el mundo de las artes plásticas. Finalmente a los 65 años luego de una exitosa y agitada vida artística, aquella mano que durante décadas creó maravillosos trazos dejó de moverse un 18 de septiembre de 1954, dejando a su paso una estela de inigualable talento que le permitió a Reverón, posicionarse como uno de los exponentes más renombrados entre el gremio de artistas plásticos.

“No podía pintar sino amaneceres. Pintándolos se me olvidaban siempre las gaviotas. Debe ser porque el color de su vuelo tiene la luz en otras horas”. A.R

(hacer clic)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Su comentario será respondido a la brevedad. ¡Gracias por comentar!