Como ya hemos mencionado, hay autores que explican la corrupción a partir de las deficiencias en los valores éticos y morales de la sociedad, así como en la pérdida de lazos prosociales entre los individuos que se sustituyen por un utilitarismo exacerbado. Es decir, actualmente predomina la tendencia a anteponer la utilidad de cualquier aspecto o comportamiento por encima de otras cuestiones más de índole prosocial.
En relación a esto, se ha podido observar como un sistema de valores particularmente meritocráticos, autoritarios, materialistas y caracterizados por la dominancia social están estrechamente relacionados con una mayor tendencia a cometer conductas corruptas (Tan, Liu, Huang, y Zheng, 2017).
Además, el hecho de justificar este sistema de valores, o la continua exposición que sufrimos a imágenes de políticos envueltos en casos de corrupción, son determinantes a la hora de predecir futuras conductas corruptas y que éstas se reproduzcan en vez de verse erradicadas.
Fuente electrónica de la información:
Palabras clave: psicología de la corrupción, delitos.
La frase del día
"La sal nunca es elogiada por formar parte del menú, pero cuando falta, todos notan su ausencia"
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