Esto supone el caldo de cultivo para la proliferación, mantenimiento y aceptación de conductas consideradas como corruptas o deshonestas, a través de las cuales se consigue aumentar la posesión material o el beneficio personal, perdiendo importancia el cómo se ha conseguido dicho beneficio, si ha sido mediante medios éticos y/o legales o no. De hecho, se ha visto que percibir el entorno como corrupto contribuye a expandir aún más este comportamiento (Dong, Dulleck y Torgler, 2012), pero en contrapartida, esto acaba generando una menor satisfacción vital percibida en las personas (Tay, Herian y Diener, 2014).
Fuente electrónica de la información:
Palabras clave: psicología de la corrupción, delitos.
La frase del día
"La sal nunca es elogiada por formar parte del menú, pero cuando falta, todos notan su ausencia"
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